Hay cosas que no llego a entender
por mucho que me las plantee, y son algunas que cito a continuación: “no sé
porqué cambiaron la portada para la reedición en cedé de Electric Ladyland,
cuando la portada de las chicas enseñando sus lindos atributos era mucho
mejor”, “no entiendo cómo pudo salir un disco tan diferente a todos los demás
de la misma época en tan poco tiempo”, “no entiendo cómo no salgo levitando por
la ventana cada vez que me pongo este disco”.
Originalmente en vinilo, el
tercer disco de Hendrix, era en formato doble por su larga duración, más de 75
minutos para ser exactos. 16 temas, algunos de ellos larguísimos delirios
psicodélicos. Casi en su totalidad Electric Ladyland está ideado por la fuerte
personalidad de Jimi Hendrix, una mente adelantada para su época, y un talento
propio de otro mundo, pero eran los sesenta, un ambiente de drogas, excesos, e
ideas que salían de todos los sitios a borbotones.
Como muchos álbumes de la época,
véase “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band” de Beatles, “Their Satanic
Majesties Request” de Rolling Stones, “The Piper At The Gates Of Dawn” de Pink
Floyd, “Volume One & Two” de Soft Machine, son álbumes conceptuales con un
tema a su alrededor y con una coherencia, una temática con misticismo a su
alrededor. Todos con diseños de portadas pictóricas, y un proyecto de principio
a fin, como si de una obra renacentista se tratara. “Electric Ladyland” es un
proyecto basado en una mitología eléctrica, redescubierta por Jimi Hendrix y
adoptada a su modo de ver la música. Ese motivo no es otro que el de abrir la
mente.
Jimi Hendrix era muy dado a jugar
con pedales y efectos de estudio, muchas veces con la falta de medios, tenían
que ingeniárselas para hacerlo de forma artesanal. El primer tema “And The Gods
Made Love”, es una secuencia de sonidos que se asemejan a una corriente de
electricidad, con el que los dioses anuncian su llegada.
El segundo tema es el que da
título al disco “Have You Ever Been (To Electric Ladyland); es un tema lleno de
soul con unos coros en falsete, y con unas paradas de batería bastante
extrañas. La guitarra de Hendrix va creando formas en el aire y da paso al
siguiente tema, que se puede decir que es el single, por lo corto y marchoso que
es; casi todo el mundo conoce “Crosstown Traffic”, todo un clásico del sonido
Hendrix. Hay algo en este tema que me recuerda al funky que estaba por venir e
incluso reminiscencias en los fraseos de rap, suena una batería potente, unas
guitarras hiperdistorsionadas aporreando las cuerdas, y un piano aplastado por
el tráfico que vemos por nuestro alrededor; la sensación de que estamos en una
gran ciudad como Nueva York es patente.
Cuarto tema, y uno de mis
favoritos. Es un blues intenso con varias partes diferenciadas. Comienza con un
fraseo: “I’m a voodoo chile, lord, I’m a voodoo chile”. Aquí tenemos un blues
mágico, nacido del vudú de los esclavos. Primero canta: la noche en que nací,
la luna era roja… Y así como un dios eléctrico viene de un rayo, cae en tierra,
se relaciona con la naturaleza y se aparea con una humana, y aquí tenemos el
hijo vudú. Steve Winwood (Traffic) tocaba el órgano y Jack Casady (Jefferson
Airplane) el bajo. La electricidad sigue subiendo de intensidad, el órgano, la
guitarra, la batería se arremolinan en una tormenta perfecta que va por etapas.
Hendrix hace el primer solo en el que parece que llegamos al mismísimo Júpiter
y su ojo. La canción transcurre en un ambiente de fiesta, se escuchan gritos de
éxtasis de los miembros del grupo y dicen que de algún expectador que pasaba
por el estudio; según comentan periodistas y grupies, las grabaciones de Jimi
Hendrix, eran conocidas por ser una fiesta con muchos excesos, pero en esto se
exagera bastante. La canción para de repente y comenzamos con otra estrofa que
habla sobre las minas humeantes de sulfuro en Júpiter, es aquí donde viene una
de mis partes favoritas en las que Hendrix empieza a construir un solo
inolvidable que acaba con un vibrato, y todo acaba en una jam en la que la canción
oscila entre la parada y el éxtasis del final. Obra maestra. Si hay un blues
que venga del universo, éste es un buen ejemplo.
“Little Miss Strange”, es el uno
de los pocos temas que Noel Redding ha compuesto en la historia de la Jimi
Hendrix Experience. La voz de Noel Redding parece quebradiza, y tiene un
ambiente hippie que se acentúa con unas guitarras acústicas, y unos arreglos de
percusión, además de unos solos a dos guitarras de Hendrix inolvidables. Una
pequeña joya.
“Long Hot Summer Night” siempre
me pareció una canción muy sucia; la guitarra suena como si tuviera un muelle y
suenan como un chicle las cuerdas. Es uno de esos temas anacrónicos en la
carrera de Hendrix, sonando a veces un poco garaje. Siempre he tenido la
sensación de calor cuando escucho esta canción.
“Come On (Let The Good Times Roll)” está
compuesto por Earl King. La versión original no la he escuchado, pero sí
que la conocía por oírla en festivales de blues. Aquí Hendrix reinventa el
blues, y hace un blues rotundo, al más puro estilo Hendrix, con unos punteos
que levantan la tapa de los sesos.
“Gypsy Eyes” comienza con un
sonido dual de batería, y dos guitarras fraseando la letra de Hendrix. La
canción es bastante pegadiza, y tiene unos arreglos muy conseguidos; “Gypsy
Eyes” tiene varias dimensiones sonoras si lo escuchas en tu estéreo.
Siempre he tenido la sensación de
mirar el techo de mi habitación e imaginarme que las paredes se derretían y
toda la habitación ardía en combustión espontánea. Esto es precisamente lo que
consigue “Burning On The Midnight Lamp”. Los cuadros cobran vida, el suelo se
mueve, y ese punteo con gua-gua-Hendrix parece de plastilina derretida.
Cuando trabajaba de noche, era
invierno, llovía, se oía llover por fuera, tenía una sensación extraña, como si
no pudiera moverme de la cama por el sueño que me entraba, y había que hacer
verdaderos esfuerzos por levantarse cuando apretaba el hambre y había que
afrontar una nueva noche de trabajo. “Rainy Day, Dream Away” es de lo que
habla. Es una canción que siempre me la he tomado con mucha guasa; en este tema
ya colabora entre otros Buddy Miles, el que sería baterista de la nueva Band Of
Gypsies a partir de 1969.
Corría el año 1968, y siempre hay
un día del juicio final. Los ochenta eran la próxima barrera para que uno de
los fines del mundo pudiera ser posible. Pero en realidad todas las décadas
hasta el momento han tenido una personalidad definida en lo musical. 1983… (A
Merman I Should Turn To Be) o más conocida como la canción del Tritón, un tema
mesiánico con unos arreglos que me recuerdan mucho a otro tío de Indianapolis.
Grandilocuencia es la palabra en un tema excesivamente largo, no es
prescindible, pero creo que le sobra algún que otro pasaje de mareas eléctricas
con las se une al tema doce “Moon Turn The Tides… gently, gently away”, que
representa las olas de un mar interestelar.
En “Electric Ladyland” hay dos
secuelas de la misma canción, una es Voodoo Child (Slight Return) y otra es
“Still Raining, Still Dreaming”, o lo que es lo mismo, seguir en bucle,
dormitar eternamente controlando nuestros impulsos con la mente, aprendiendo a
volar sin motor. Este tema es bastante machacón.
Pero para machacón el tema número
14. El fuego es uno de los temas favoritos en las canciones de Hendrix. “House
Burning Down”, ambienta muy bien cualquier disturbio y sus consecuencias en la
psique humana, más aún en una psique lisérgica. El ritmo es de tango en
ocasiones, y los solos de guitarra son llamaradas de napalm. Acaba con un gran
efecto, que emula un helicóptero. Un gran tema.
Si hay un tema que califique a
Hendrix como un genio, puede ser la versión de un tema de Bob Dylan que en su
día sólo fue otro de esos temas con acústica y la voz quejumbrosa de Dylan.
Está claro que Dylan compuso la canción, pero Hendrix le puso los cimientos. Es
“All Along The Watchtower”, y comienza con un apoteósico sonido de guitarras
acústicas y eléctricas, unas baterías perdidas, y unas percusiones muy raras.
Todavía no me explico cómo pudieron grabar esto, pero puedo decir sin pelos en
la lengua que es una obra maestra y es la mejor versión de Dylan que he
escuchado nunca.
Todo disco tiene su final, toda
secuencia de fuegos artificiales tiene su traca, toda película tiene su trama y
su final. Y el disco “Electric Ladyland” contiene electricidad a raudales y se
guarda para el final la mejor pólvora. “Voodoo Child (Slight Return), es la
canción más salvaje del repertorio de Hendrix en directo, pero en estudio se
sale de la norma, no hay reglas, las guitarras gimen, consiguen llevarte a un
estado alterado de la mente con unos sonidos imposibles. Hay dos versiones que
son las mejores a mi entender de “Voodoo Child”, una es Woodstock, y otra es la
original, en la que el sonido baja, vuelve a subir, es puro tripi. Brutal.
Es día 30 de diciembre de 2012, y
como si fuera un rayo cósmico, me gustaría que me tocara la mano eléctrica de
Hendrix, y espero haber conseguido que alguien que no conozca este discazo, se
ponga inmediatamente manos a la obra, y lo escuche con atención.