STEVE FORBERT – Un rockero romántico
Con voz cascada por no se sabe muy bien el qué, si bien por la vida, o por el paso rápido de una niñez a la edad adulta sin adolescencia, puede ser fruto, esa voz tan cálida y especial. Un rockero con un corazón latiendo con fuerza fuera de su caja eléctrica, es Steve Forbert, un cantante de rock capaz de emocionar a cualquiera que esté acostumbrado a escuchar a los grandes de la música. No es tan conocido Steve Forbert como Neil Diamond, Bruce Springsteen, Bob Dylan o Leonard Cohen; y a la vez es coetáneo de ellos. El mismo gusto por hacerlo bien en su sonido, en su cara se ve esa ilusión del que se sabe en posesión de algo fresco.
Una portada de colores carmín rojo y negro, formando rosas alrededor de una foto suya sonriendo con una gran guitarra acústica. Es uno de los legados de la tienda que más satisfacciones me ha dado en esto de la compra de discos. A Oxford iba como de costumbre a escuchar algún disco nuevo o sugerencia de Josu, y me llamó la atención un disco con un tío con cara de campechano y buena persona; es de esos discos que no te esperas que vayan a ser un gran descubrimiento y años después todavía piensas en ese momento mágico cuando lo adquiriste…
Comencé a escuchar con atención todas las canciones y deleitándome, y Josu mirándome con complicidad y asintiendo a todos los elogios que decía sobre este disco; y en verdad, me comentaba que cada vez yo tenía más gusto por los discos, y me hablaba del poco gusto por la música que hay por Bilbao; sólo unos cuantos nos preocupamos de comprar discos de verdad, y no dedicarnos exclusivamente a la escucha compulsiva del famoso emepetrés.
Este disco se llama “Steve Forbert – More Young Guitar Days-. Y el disco comienza con una maravilla que se deja escuchar; un medio tiempo de una sesión de 1981 con banda completa, la canción se llama “Listen To Me (slow version)”, que como bien dice el título y resulta muy agradable de oír, unas guitarras flotantes y un acompañamiento a la par; seguido de esa misma sesión viene una de las canciones más entrañables de Steve. Se llama “Everybody needs a real good friend”, que supongo que rememorando a los Beatles con su famoso tema que cantaba Ringo –With a little help from my friends-, éste sin embargo tiene ese toque de bar y camaradería que sólo da la conversación que produce el alcohol.
Tercer tema, y uno de los mejores, se llama “Smoky Windows (piano version)”, que como muy bien dice el título, se trata de una canción tenebrosamente romántica; un piano rotundo, una acordeón que se oye por el fondo que lo hace todo junto a una acústica bien templada, y todo esto con el acompañamiento de la armónica de Steve y unos coros de Diane Davidson. Definitivamente esta canción me pone el vello de punta. En la misma sesión de 1979 de Nashville se sucede otro medio tiempo al más puro estilo de baladista agotado por el tabaco apagado en un cenicero y la pluma seca de escribir en una hoja emborronada. Es la canción “Witch Blues (alternate take)” que como su palabra clave “blues” bien lo dice, es una de esas canciones apesadumbradas.
Como todos los discos deben tener más o menos por mandato de producción una canción rápida, o al menos para mover el esqueleto o ponerla en el radiocassette de un coche, aquí tenemos la quinta canción que está grabada en Nueva York en 1982. Con un estribillo que repite una y otra vez el “You Gotta Go” de su título. A continuación tenemos una especie de blues tabernero con una armónica al más puro estilo dylaniano, que una vez más habla en clave de blues. Volvemos a 1981 y la canción se llama “No use running from the blues”.
En la séptima canción nos vamos directamente a 1978, otra vez NYC, y esta vez encontramos una delicia sedosa para los oídos, para los poros de la piel, para abrirlos en canal, dejarse atravesar por las melodiosas sensaciones de la guitarra acústica de Steve; aquí tenemos guitarra acústica, armónica, una mandolina excepcional, una acordeón que no se sabe quién la toca y una percusión manual de caja de guitarra, muy efectiva para resbalarnos dentro de “The Oil Song (original version)” – toda una gozada para no cansarse…
El octavo tema –Down by the Sally Gardens-, que es emocionante a más no poder, un tema a capela de Steve Forbert con su voz y guitarra y solamente acompañado por Paul Errico en la acordeón; una canción que emana sensaciones de viejos trovadores y es como si arrancara de la nada para clavarse en nuestra alma como el mejor de los whiskeys; la voz de Steve se quiebra y provoca en el escuchante una emoción difícil de explicar.
Un rockero no puede limitarse a hacer rock and roll, y Steve Forbert no hace exactamente rock and roll; funde los sonidos del rock clásico con los guardianes de las canciones ancestrales, que somos todos. En la siguiente canción –Young guitar days (demo)- Forbert deja que fluyan los ritmos negros e incluye sección de vientos.
Seguimos con 3 temas grabados el 24 de noviembre de 1979, y hay dos temas fundamentales dentro de la discografía de Steve Forbert. Uno es “Romeo’s Tune”, que siempre me ha recordado a “Like a Rolling Stone”, tiene ese desarrollo largo y elaborado con multitud de instrumentación, elegante y profundamente americano, con esa mezcla entre dura-agridulce, tema de los emocionales y directos para el público masivo. El tema “Grand Central Station” también cumple ese rol de canción para masas, esa voz quejumbrosa de Steve otra vez preside el escenario de Boston de este año 1979. Para acabar con las canciones en directo, tenemos un tema vacilón que se llama “Oh Camille”, con un curioso juego de guitarra acústica y armónica, acompañado magistralmente por Paul Errico.
La siguiente canción es una lección de añoranzas del típico hombre del rock and roll, que suele vivir el músico cuando va de una ciudad a otra, y conoce gente, la gente le conoce a él, la gente escucha su música, la gente baila con su música, la gente apunta su nombre y compra su vinilo en la tienda o se lo compra a él directamente y acto seguido ya ha conseguido su nuevo trofeo con el vinilo firmado. Reminiscencias de Bo Didley y ciudades de Estados Unidos, Costa Este y Oeste.
Continuando con el viaje del pobre músico que ensaya en la furgoneta una nueva canción; esa es la sensación que da esta canción; inmediata, y tan inmediata que está grabada en un motel, en la habitación 286 en algún sitio de los Estados Unidos de América.
El disco acaba con la niña bonita, la canción “Comedy heights”; que curiosamente me recuerda una balada de Rod Stewart donde los músicos son Steve Forbert a la voz y teclados, Clay Barnes a todas las guitarras y bajo, Mike Pollock en la batería y un anónimo en los sintetizadores. Un broche de oro para acabar con un disco redondo, y no precisamente en su forma geométrica.
Si todavía no conoces a Steve Forbert, no sé a qué estás esperando. Es uno de esos descubrimientos que pueden cambiarte la vida y hacértela más llevadera. Yo siempre lo tengo a mano. Espero que tú también lo tengas a mano en breves.