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miércoles, 7 de octubre de 2015

MALCOLM SCARPA - Something Like That



MALCOLM SCARPA – Something Like That

Como el título del disco dice “Something Like That”. Algo así me lo espero siempre de Malcolm, pero nadie diría cuando alguien ve a Malcolm en directo con una guitarra eléctrica, un amplificador, una pandereta en el suelo y su pie accionando el sonido, que Malcolm sea capaz de orquestar una obra tan completa como éste su último disco.

Malcolm siempre hay sido un hombre peculiar y solitario, huidizo de melodías fáciles, sus canciones son personales. Se pueden parecer a grupos y solistas conocidos, pero claro está, lo que uno ha escuchado se nota en lo que hace. El verdadero artista es el que transforma todo lo que tiene en su cabeza en algo coherente, o no, y que tenga chispa o ritmo. Luego, otra cosa, es que hayas nacido en el país apropiado para triunfar, o aunque sólo sea, tener un poquito de reconocimiento público. Pero el caso es que Malcolm encuentra su creatividad en un resquicio de la navaja de las musas, con unas canciones entre cómicas y melancólicas. Conecta con el mundo personal de otros amantes de lo verdaderamente auténtico, y eso hoy día, no abunda.

Suelo entrar a Power Records de Bilbao, semanalmente más o menos, o como mucho, y por fuerza mayor, una vez cada quince días. Y recuerdo que un día viendo el estante de los discos españoles, había una novedad que enseguida cogí con mi mano derecha para comprobar que era su último trabajo, y por supuesto lo compré en cedé, sólo quería tenerlo otra vez y ha sido hace un día que lo compré en plástico de 12 pulgadas.

Malcolm suele cantar en inglés o español indistintamente, o a veces, también mezcla los idiomas en una canción y en el último disco, prevalece el inglés, aunque el español tiene un papel muy importante, porque es la última canción la que cierra el disco, y supone el final de una obra conceptual.

El disco comienza con una canción desenfadada y muy pegadiza; se titula “Shame On You”, con una instrumentación circense, y el esplendor de los músicos florece en este tema.

El segundo tema, lo escuché en el programa de Juan de Pablos en Radio 3, presentando la faceta en directo del famoso “Clap Clap Clap” de su cabaret andante. La locura, la rareza, y una pizca de aspereza con un poquito de distorsión dan forma a esta rotunda “The Strangest Family”.

En “Heart To Heart”, el tercer tema, una especie de temblor musical se apodera de mí cuando lo escucho, una sensación de que dos vidas han dado vida a una canción. El temblor de esos dos corazones es el detonante.

“For The Very Young”, sigue a ese corazón con corazón, y es una canción sencillamente dulce, para cerrar los ojos, deliciosa, como comerse un pastel de nata con frambuesas. El alma tierna de Malcolm aflora aquí.

Cuando pienso en “Marie Brizard”, inevitablemente pienso en el anís, que con “Las Cadenas”, “Del Mono” y otros menos conocidos, precisamente no me daban ganas de bailar, sino de vomitar. Pero esta elegante canción, con una entrada bestia, que me recuerda bastante a las locuras psicodélicas de Syd Barrett, se resuelve con un estribillo instrumental con vientos y una batería beat, que me quitan el sentido; para mí es uno de los temazos del disco.

Sexto tema, “Dissonance In Blue”. El momento más hilarante del disco, sin duda. Malcolm se presenta con un delirio de autocomplacencia, pero con un fondo ingenuo, mágico, lírico. Lo tiene todo. Un momento nostálgico, que cada uno lo interpretará a su manera. Para mí una obra maestra total. “Y es que en realidad, nada es verdad… Mejor estar en el mar, vagando sin parar…” Es una maravilla este fragmento.

Qué podemos decir de “Laura”. Un nombre tan cinematográfico, y un nombre que se presta para cualquier canción de autor. Malcolm Scarpa lo lleva a su terreno, creando un universo neuronal con las cuerdas de una guitarra, y repitiendo ese nombre de forma hipnótica. Esta canción es una pasada de buena.

Psicodelia en estado puro, en “El Baile de Luisa Lonesome”, visualizamos luces interiores de fantasía en nuestro mundo interior; y acompañamos a esta Luisa solitaria en su baile loco. Y seguimos in crescendo en el auge ascendente del disco.

Es difícil hacer que el que escuche el disco se implique en la grabación, pero te atrapa sin quererlo. Es amor a primera escucha, y la siguiente canción “Come What May”, me maravilla con las melodías vocales y esa manera melosa de expresar la dulzura de una mujer. Todos los músicos llegan a un esplendor colectivo.

Llegamos al décimo tema. Y es una de esas canciones con las que en directo te sale una pequeña sonrisa, aunque a la vez disfrutas con el absurdo de la vida, las lágrimas vanas, por eso “Please Don’t Cry”, te da un buen consejo, para que no sufras en vano.

“La Alfombra Voladora”, en principio parece un tema con tensión, pero más tarde se despeja toda la niebla que envuelve a la canción, para más tarde convertirse en un mundo de charanga festiva con un toque ligeramente amargo.

En “Tic Tac”, vemos al Malcolm Scarpa más cercano a sus directos en solitario, con esa marcha que marca las horas. Pero en este caso, la canción se convierte en algo más elaborado y más parecido al rock progresivo, aunque acercándose más a una parte de una suite, que en este caso, es el disco que me tiene entretenido, y desde su compra, ya habrán sido como unas 20 escuchas y las que habrá… No se parece a ningún otro disco.

El tema 13 se abre con un sonido de arpa, y ahonda en lo melancólico de su música, con predominancia de los teclados ambientales. La canción se llama “Lil O’Needy”.

Siempre hay una guinda a un pastel, y no tiene porque ser un final feliz. Te deja un rastro de tristeza. El agua, el mar, la fuerza del mar… Para mí el tema más emocionante y con el que me siento más reconfortado. Es como si estuvieras en el borde de un acantilado en invierno viendo las nubes grises y oyes las olas romper con las rocas, casi no hay aves volando. Sólo oyes voces en ese viento que te cuentan la verdad de una historia que está por escribir, y se encuentra prisionera bajo toneladas de agua, y sólo los genios como Malcolm Scarpa saben apreciar estas cosas. Un ataúd que habla con un lenguaje antiguo, no es un mundo para idiotas, es un mundo para el que sabe comunicarse con la naturaleza y entiende el lenguaje de los muertos. Es la fuerza del mar, el lenguaje del agua.