Aclaración: no estoy doctorado en medicina. Me llaman así porque me gusta mucho la música y tengo mucha inquietud por cosas nuevas. Y bueno, exageran un poco al decir que soy un diccionario musical andante, y lo de "doctor" viene porque me gusta recetar música a mis amigos. Nunca me cansaré de escuchar nuevas músicas, cantantes sorprendentes y grupos rompedores. Aquí trataré de ofreceros lo mejor.
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miércoles, 9 de noviembre de 2011
DÉCIMA VÍCTIMA - Resumen (Dro-GASA 1994)
domingo, 31 de julio de 2011
THE TXINBITO EXPERIENCE 20110730
El infierno no es un mal lugar para pasar el rato y tampoco lo es el Txinbito. Cuando estaba llegando me imaginaba que la banda de dixie iba a a estar por ahí tocando en el muelle amenizando a los asistentes, pero la gente lo que tenía ganas era de entrar y refrigerarse. El refrigerio consistía en una barra libre de un ron que patrocinaba el evento –Sailor Jerry Spiced Rum-, con lo que estamos hablando de que cuando se abrieron las compuertas del barquito la gente casi se abalanza sobre la barra… ¡Qué locura Mari Puri!
Primero nos situamos en la popa, para enseguida pasar a la pasarela del barco, y luego hasta la proa a emular los enamorados del Titanic. La gente fue muy comedida en general, hasta que se fue cociendo a fuego lento a eso de la primera hora; la travesía ayudaba a relajar la vista y las aguas estaban tranquilas, las farolas nos saludaban al pasar, el juego de luces al pasar por la zona pija de Neguri, y hasta fuegos artificiales, qué más se puede pedir… Pero claro, aquí no acaba todo.
Como todas las fiestas, primero se va tomando contacto con la gente que está, la gente que no ha venido, hola qué tal estás, yo bien y tú, mucha niña mona pero ninguna sola, eso que suenan son los Scorpions, ah sí… Qué recuerdos… Joder, ¿ya has visto cuánta cámara hay? Qué es de tu vida tío, hace mucho tiempo que no te veo, ya veo que bien, porque siempre me dices lo mismo. Pero va a ser el momento de tomar el primer trago de mojito o de cubata cuando el ánimo se va a caldear, y como no hay forma de tomar otra cosa, no hay discusión posible.
La fiesta comienza con el grupo de dixie “Hot In Town Jazzmen”, que les tocó la parte más difícil que es empezar a calentar el ambiente; el grupo es muy bueno musicalmente pero no llegan a conectar con el público, sea lo más destacable las partes rápidas donde se anima la fiesta jazzera. En estos momentos no se movía el barco por el oleaje del Abra.
Es una hora más tarde, y los ¿Runaway Lovers? No están, están de vacaciones todos; bueno, no está todo perdido, los chicos de Eten están ahí para hacer voces y percusiones, y lo que haga falta, que por cierto no lo hicieron nada mal, y es que el ambiente en los conciertos de Santi Delgado y Runaway Lovers están llenos de fans, siempre los mismos locos por el rock and roll haciéndoles coros. Sin duda el momento más divertido fue el “Tabardillo Twist” por la letra y las circunstancias que coincidían.
Los chicos de Dr. Maha’s Miracle Tonic –Maha para los amigos-, fueron el grupo estrella y por eso les pusieron los últimos de los 3. Dos de los miembros de Maha estuvieron haciendo las delicias bailongas de los asistentes y no pararon en toda la noche. Son una gente encantadora. Con 4 consumiciones encima y el cuerpo torero el respetable público no paró de mover el esqueleto. El momento estelar fue el truco en el que todos teníamos que cerrar los ojos y hay un atrevido caballero –gafas retro de cristales amarillos, estilo Johnny Deep en “Miedo y Asco en Las Vegas”- que se ofrece al experimento del Doctor Maha. Fue magia tíos, porque cuando abrimos los ojos, el tío estaba sentado en la banqueta del baterista con una peluca, pero esas gafas te delatan, si eres tú Johnny Ramone… Otro momentazo fue ese tema del que no entendía lo que decían en el estribillo, pero que yo entendí como “Vamos para Albacete”; los temas de Bo Didley una pasada… Muchas risas, muchos bailes, muchos amigos encontradizos y escurridizos y una fiesta genial.
Para acabar, no podía dejar pasar el homenaje que Óscar Alberdi –Alias El Poeta Psicópata- ofreció al organizador del evento –Manu Iturregui- en forma de poesía prosaica añeja; un relato que arrancó un sentido aplauso en todo el mundo.
Todo bien, the jazzmen, the lovers and the doctors. Hasta septiembre gente y a ver si nos vemos en el Residence de nuevo, pero no me importaría asistir a otro conciertillo en barco, ha sido muy divertido.
miércoles, 22 de junio de 2011
DIRE STRAITS - Love Over Gold (1982)
La primera vez que vi ese rayo pensé que la naturaleza es terrible, y también pensé que Mark Knopfler era algo fuera de lo común, y que ese rayo simbolizaba todo ese potencial de este disco con sus densos temas. Uno con casi 15 minutos, otro de casi 7, casi 6 minutos el tercero, 6 minutos también el cuarto y para acabar 8 minutos de diluvio eléctrico.
Para toda una generación de treintañeros y cuarentañeros, hablar de Mark Knopfler es hablar del buen hacer, de lo grande que es un guitarrista rodeado de grandes músicos que van más allá del simple músico de estudio, son músicos capaces de comunicar sentimientos, de crear historias y de perfeccionar atmósferas que todavía hoy tienen sentido.
Este disco para mí es una época en mi vida. Yo tenía 14 años cuando lo compré en un cassette Polygram original, con el logo de la discográfica grabado en su caja; mentí a mis padres para que me dieran dinero para un tema del instituto; me acuerdo perfectamente del momento en que fui a la tienda de Santuchu llamada STAR que como muchas otras hoy día han cerrado. Allí se vendían aparatos reproductores de todo tipo, incluidos walkmans, se vendían vinilos, cassettes y algunos discos compactos que empezaban por aquella época. Hoy día me parece una broma todo aquello. Recuerdo que era el azote de mi vecindad poniendo los acordes más famosos de los guitarristas más famosos del momento que sólo yo ponía en mi portal, Money For Nothing de Dire Straits, Layla de Eric Clapton, Voodoo Child de Jimi Hendrix, I’m Going Home de Ten Years After… Y un largo etcétera de música que iba descubriendo por la radio y por los amigos.
Pero el disco del que voy a hablaros hoy es más que un disco, es una sensación de estar escuchando uno de los mejores discos de los años ochenta, pero mirando también a las atmósferas más progresivas de la década anterior. Y no podría ser de otra forma que Mark Knopfler ampliara su banda con 4 miembros más, tras el intenso trabajo anterior –Making Movies- más orientado al rock and roll, en el que el hermano de Mark, David Knopfler, decidió dejar el grupo por la presión de las intensas giras. Por lo tanto la formación de este disco sería la siguiente:
Mark Knopfler: guitarra y voz
Alan Clark: teclados
John Illsley: bajo
Hal Lindes: guitarra rítmica
Pick Withers: batería
Michael Mainieri: marimba y vibráfono
Ed Walsch: sintetizador
La primera canción y para mí es la mejor de Dire Straits con diferencia es “Telegraph Road” –Camino Telegráfico-. En esta canción Mark Knopfler se luce como guitarrista y como letrista también, mostrando aspectos dylanianos en sus letras. Más de una vez Knopfler se ha mostrado admirador de gente como J.J.Cale, B.B.King y de Bob Dylan también, así que no es de extrañar que en esta letra sacara el tema obrero, o más bien una historia condensada de 15 minutos queriendo explicar la llegada de la industrialización a un sitio donde antes sólo había un solar. El tema empieza con una larga nota aguda de sintetizador para dar paso a un trueno y otra nota baja de sintetizador que como si fuera la obra de Strauss –Así hablaba Zarathustra- nos anuncia que una historia amarga y triste contada por un obrero con una guitarra encima, está a punto de suceder. Es cuando se da paso a un bajo, un piano, y una batería lenta y cansina y una guitarra solista que pone el vello de punta; la canción habla sobre un aventurero que un día llegó a un lugar donde construyó una tienda de campaña, luego llegaron las iglesias, los trenes, luego los abogados y las reglas, y todo eso vino con el camino telegráfico. Es entre estrofa y estrofa cuando Knopfler luce su maestría y emociona con cada nota, Alan Clark hace lo suyo con su solo de piano en medio de la canción, la batería y los demás instrumentos suenan como martillos gigantes creando una energía sinfónica difícil de repetir… Pero para mí sin duda hay un momento mágico que es antes del solo de teclado, donde hay unas palabras que son éstas:
“Y mi radio dice que esta noche va a helar
la gente que conduce de vuelta a casa desde las fábricas
hay seis carriles de tráfico
tres carriles de movimiento lento. . .”
De repente se apodera en el escuchante una sensación de soledad y de frío, cuando Knopfler canta que quiere trabajo y no puede encontrarlo y también tiene que pagar deudas… Es cuando todos los elementos se ponen de acuerdo en converger a la vez y es cuando llega ese momento en el que todo aficionado de Dire Straits espera con el cuerpo en tensión esa explosión de instrumentos que a la par que música parece un trueno, ese mismo que parece que escuchas cuando ves la portada.
Llega otro de los temás míticos de la discografía de Dire Straits. Éste se llama “Private Investigations”; en este tema Mark Knopfler se viste de detective privado y con un cigarro, un traje oscuro y su oscuro pasado, lleva a cabo una investigación sórdida. La canción comienza con un teclado sordo para dar comienzo a uno de las composiciones del maestro Knopfler más inhabituales, ya que en ésta se pasa a la guitarra española y como si fuera un cuadro de Goya, interpreta la tragedia española. El más famoso de los pasajes de este tema, es cuando canta el título: … Private Investigations… Y da paso al bajo, que como un corazón latiendo tiene un sonido seco y pesado a la vez; se torna en silencio tenso y es cuando ese silencio da paso a los guitarrazos de Hal Lindes… Todo un espectáculo de pirotecnica en la interpretación en directo.
Siempre he pensado que “Industrial Desease” tenía algo, pero lo único que le veo es una producción muy buena, donde hay dos guitarras muy bien compenetradas, una batería excelente y ese incesante teclado que chirría en cada nota. Si no fuera por ese sonido arrollador, ese teclado podría ser perfectamente colocado en una composición de fanfarria y nadie se daría cuenta. Y aunque la canción tiene su carga política también en forma humorística, la verdad es ésa, que humor sí que tiene, y me recuerda mucho a la canción que más adelante se convertiría en una canción de verbenas; la canción es “Walk Of Life” de disco “Brothers In Arms”.
Con “Love Over Gold” llegamos a la canción que da título al disco y que sigue con el aspecto más intimista del inglés virtuoso. Otra vez toca su guitarra española, y muestra otra tragedia de la noche, una chica de gustos caros y que ofrece su amor a cualquier extraño. El tema es bastante clásico, dejando bastantes momentos en silencio, que son los más difíciles de tocar; verdaderamente conmovedora esta historia y sobre todo la instrumentación, exquisita es la palabra… Mi momento favorito del tema es ese vibráfono del final que juega con el tímpano y prueba tu agudeza auditiva. Una delicia más…
Siempre me ha sonado a música de teleserie el comienzo de este temazo último, con un teclado entre casual e ingenuo; pero nada tiene que ver con el principio con lo que vendrá después. Se va convirtiendo en un tema vigoroso, la batería se va adueñando del tiempo de la canción, y los demás instrumentos aciertan acompañando la voz quejumbrosa y ronca de Mark Knopfler… Para acabar con el solo de guitarra más tempestuoso que he oído, el vello se eriza, las neuronas se ponen a funcionar todas al unísono. Se podría decir que “It Never Rains” es una consecuencia del tema de Dylan “Like A Rolling Stone”.
Y es que si tienes la suerte de escuchar el disco en un sofá cómodo con unos buenos altavoces de maderas nobles y un equipo de alta fidelidad, una persiana abierta con una ventana de doble cristalera, y tienes la oportunidad de ver relámpagos con los que deleitarte y que encima diluvie ahí afuera… Es entonces cuando tienes la excusa perfecta para sentarte y escuchar otra vez este fantástico disco de 1982. Y si es la primera que escuchas esta obra maestra, pues adelante.
jueves, 28 de abril de 2011
JOY DIVISION - Closer (1980)
JOY DIVISION – Closer (1980)
Hace unos días he visto una película documental sobre la vida Ian Curtis y su grupo Joy Division, donde había unas cuantas entrevistas, trozos de películas ensambladas con imágenes viejunas de Joy Division y de la época en la que se desarrollaron los inicios del grupo; allá por Manchester, una ciudad industrial sucia y asquerosa como cualquier otra de la revolución industrial, fue el germen de muchas bandas de la era punk y post-punk, dando lugar a un sonido bronco y siniestro. Y la película en cuestión me parece un desastre en todo: las entrevistas son insulsas y no salen de lo más banal, no se habla de lo fundamental que no es otra cosa que el protagonista de la historia: Ian Curtis; pasan por encima de los orígenes de Joy Division que además de su sonido punk tienen unas letras buenas de verdad. A lo único que se dedicó el director de la película –Grant Gee- es a prestar atención a incidentes sin importancia, tales como una pelea, una gamberrada en un hotel o un tío drogado diciendo gilipolleces.
El caso es que la película me ha servido para acordarme de que tengo un disco de Joy Division en mente que me parece uno de los mejores discos de la historia. “Closer” es un disco intensamente depresivo con un sonido devastador. Se grabó en 13 días y 13 noches y fue el segundo disco de Joy Division, grabado en vida de Ian Curtis, pero publicado después de su muerte con un título, una carátula y diseño dignos de una muerte plasmada en papel y en vinilo; después de la muerte Ian Curtis colgado en su propia cocina, el disco póstumo cobró mayor importancia y dramatismo, gracias a que la gente en general suele estar atraída por la muerte y el consiguiente mercadeo y más si se trata de un cantante tan carismático como Ian Curtis que padecía de epilepsia a una temprana edad y que sufrió la incomprensión de sus compañeros de grupo que más tarde se llamaron New Order.
El diseño de “Closer” es sobrio con un color amarillento y en medio de la portada una foto de velatorio de Bernard Pierre Wolff. En la cubierta frontal del disco figura esa foto con la palabra “Closer” y en la trasera “Joy Division” y contiene una perfecta conjunción de 9 canciones que una tras otra son una obra de arte.
Comencemos por la primera obra de arte: en un sonido como si de sosa cáustica se tratase, nos encontramos con la descripción de la crueldad humana y el regocijo por el sufrimiento ajeno. “Atrocity Exhibition” comienza con una batería creando un muro circular de sonido continuo con un bajo oscuro y unas guitarras huyendo de las melodías fáciles. Y la letra no puede ser más desesperanzadora. Nos describe el manicomio donde va toda la gente válida que hay en este mundo, en un momento u otro acaba en la más absoluta de las soledades, preguntándose porqué le miran tanto si ya han conseguido lo que querían: acabar con los realmente valiosos en esta sociedad.
El segundo corte es frío como el hielo y comienza con una percusión electrónica acompasada a modo de túnel de sonido y aparece en escena el sintetizador construyendo un futurismo sonoro, pero con un claro mensaje de aislamiento, se repite una y otra vez: “Isolation”. El sonido se dulcifica un poco, pero sólo eso.
El tercer tema es “Passover” que significa “Pascua” que habla de la crisis sentimental que Ian Curtis tuvo con su mujer –Deborah Curtis- poco antes de morir suicidado. La canción comienza con una batería fría y Ian cantando por encima como una nana macabra ante todo lo que él considera errores en su vida e inseguridades; una vida contada como un carrete al que le quedan 2 ó 3 fotos por obtener desde hace mucho tiempo pero que no acaban de ser obtenidas y ese carrete corre el riesgo de caducarse y morir el color… Todo se volvió blanco y vacío.
El cuarto tema “Colony” es uno de mis favoritos por su inmediatez sonora; pero el mensaje siempre es el mismo: desesperanza, pesadillas, reproches y no saber muy bien porqué estamos aquí. El ambiente es triste y potente a la vez, una conjunción de velocidad, agresividad y melancolía perfectas.
El quinto tema “A Means To An End” representa muy bien la sensación de tragedia griega de un joven europeo que ve sus ideales como algo muy familiar pero cada vez más inalcanzables. Un sentimiento de violencia contenida y frustración inunda esta canción. La amistad, el aislamiento de la sociedad y sueños de grandeza truncados se unen para dejarnos una sensación de horfandad del resto de la sociedad.
El sexto tema y cambiamos de cara es “Heart And Soul”, que más tarde daría título a una caja con temas en directo, maquetas, demos y un montón de tesoros que aglutinan toda la discografía de Joy Division, ofreciéndonos completos los discos “Unknown Pleasures”, “Closer”, “Substance” y “Still”. “Heart And Soul” es un viaje suicida y desesperanzador que parece una danza de seres inanimados en un túnel de sonido. Es otro de mis temas favoritos por lo emotivo y real que contiene su mensaje. Es aquí donde Ian Curtis hace una interpretación de la muerte como algo inevitable y sin dar rienda suelta a ningún sentimiento. Aunque el tema tenga un ritmo rápido y marcial, el mensaje es bien claro: corazón y alma, uno arderá.
El séptimo tema “Twenty-Four Hours” es quizá el que más se acerca a la idea de suicidio de Ian Curtis (…una nube cuelga sobre mí, marca cada movimiento…). Abrumado por las giras, los viajes, el público que quería de él que representase su papel de loco en un escenario, cansado de tener alrededor gente que no le comprendía y ni siquiera prestaba atención a sus letras, Ian decidió que lo mejor sería alejar los problemas colgándose de su cocina, pero sólo era la idea. La consumación vendría después.
Con “The Eternal” el octavo tema del disco, uno siente las sienes palpitar por la emoción que transmite; es un tema reflexivo y a modo de procesión de Semana Santa a la manera inglesa, un hombre-niño abrumado por los acontecimientos saluda a las almas que le vienen a visitar como si fuera una columna de soldados alemanes. El ritmo del desfile es lento y hay flores tiradas por el suelo bañadas por la lluvia. La emoción se para y da lugar a la devastación de la personalidad en un lugar donde nada importa; no sabemos si estamos en el cielo particular de Ian o en las puertas del mismísimo purgatorio.
Acaba el disco más depresivo e intenso que he escuchado jamás. No es hablar a la ligera, pero una vez que escuchas “Closer” sabes que ya nada será igual y ningún otro disco artificial de sufrimiento adolescente puede hacerle sombra a esta obra magna que termina con una llamada de atención a la responsabilidad, la pérdida de ideales, y la falta de esperanzas con un tema esclarecedor por su título “Decades”; refleja las décadas de sufrimiento de post-guerra, los traumas infantiles agrandados con la edad; unos hombres jóvenes pero envejecidos por el entorno y por su interior que ha atrapado todas las piedras que ha encontrado por el camino. Una pesada carga nos ha caído encima y esa energía saldrá de alguna manera tarde o temprano.
Poco después de la grabación del disco Joy Division lanzaron al mercado un single con mucho éxito que Ian Curtis no pudo disfrutar. “Love Will Tear Us Apart” es todo un himno de amor, tan sincero como trágico, nos revela que el amor nos desgarra por dentro y el volcán se vuelve hielo y vuelta a empezar. Vivimos en la edad del hielo y ya nada nos puede afectar después de ver tantas exhibiciones de atrocidades.
jueves, 17 de marzo de 2011
THE DOORS (el disco)
Desde hace mucho tiempo me han intrigado los grupos con inquietudes en otras dimensiones que no fuera la música; es decir, utilizar la música como un medio para dominar a las masas, crear una puerta de unión entre un mundo y otro, comunicar un lenguaje evidente con otros lenguajes que no son evidentes. Es la magia de la música, y fue en los años 60 donde se dieron las condiciones en todo el mundo occidental y el occidentalizado, para que los antiguos ídolos romanos y griegos tomaran otra forma, en este caso de ídolos del rock.
Allá por el año
Durante 3 años estuve escuchando aquellas cintas intentando buscar alguna clave que me ayudase a entender esa música que todavía no podía estar a mi alcance intelectual. Y en 1991, Oliver Stone puso en las carteleras de cine la película “The Doors” protagonizada por Val Kilmer, que hizo un papel impresionante. Fue tal la impresión de haber visto aquella película que empecé a ver a Jim Morrison y The Doors como algo fuera de lo común. Recuerdo que fue en los cines Ideales y yo era el típico joven que se quería comer el mundo, parecerse a los cantantes que veía… Lo normal a los 16 años.
Es hoy día cuando me doy cuenta de la magnitud de un disco del que he querido hacer una crónica y que no veía el momento. El primer disco de The Doors es auténtico, como muchos otros primeros discos de la época: “The Soft Machine – Volumes One & Two”, “The Piper At The Gates Of Dawn” de Pink Floyd, el primer disco de Led Zeppelin, los inicios de Them…
Pero éste es un disco al que le tengo especial cariño, porque me ha acompañado en todas las épocas de mi vida, primavera, verano, otoño, invierno y los fines de año. Siempre lo tengo en cuenta.
El disco comienza con un gran clásico “Break On Through (To The Other Side)”, con el que todo el mundo ha empezado a escuchar a The Doors. Haciendo honor al nombre del grupo, esta canción es la prueba de que The Doors están en contacto con los viejos mitos, los poetas y los místicos. Es una invitación a ir más allá con todas las consecuencias; la libertad está ahí para cogerla.
“Soul Kitchen” es un tema que siempre me ha gustado por su vitalidad y a la vez ese halo de sucio truco de borracho en un bar, tocando blues por unas cervezas. Lo que más me gusta de esta canción es ese solo de guitarra que aprovecha muy bien los tiempos. La entrada de teclas siempre me recordó a “When The Music’s Over” de su segundo disco “Strange Days”, la moneda ha caído al suelo y alguien tiene que cogerla otra vez para escoger otro bar a donde ir a tomar la última cerveza.
El tercer tema “The Crystal Ship”, siempre ha sido uno de mis favoritos cuando quiero emocionarme de verdad; es una canción de amor sin artificios, la emoción se nota en cada impacto de una tecla y de una cuerda, hasta los golpes de batería se vuelven mágicos momentos en una noche al lado del mar. Las visiones de espectros, el olor del mar, notar la arena en los pies, se nota todo, y ese barco de cristal distante. Todo es hermoso en este tema. Adoro el solo de piano de Manzarek.
En “Twentieth Century Fox” se habla de la vanalidad femenina con respecto al mundo. Esa forma de preocuparse de su imagen y gustar a los hombres, y dar envidia al resto de las mujeres. Es una canción con una fuerza espectacular. Es muy patente la sección rítmica que marca todo el tema.
El quinto tema “Alabama Song(Whisky Bar)”, es una de las primeras versiones que hacen de The Doors en este primer disco, originalmente de Bertol Brecht y Kurt Weill. Tiene un sonido profundamente místico para la temática que tiene, que es una especie de teatrillo decadente, pero esa pianola que no deja de sonar es la que te atrapa. Posteriormente Bowie haría una versión de la misma, pero me quedo con ésta.
Ahora viene la máquina de ganar dinero de The Doors, una canción que versionearon Feliciano, Julie Driscol y tantos otros… Un gran tema. Es originalmente una canción del guitarrista Robbie Krieger, pero esa entrada de Manzarek, esa entrega en las vocales de Morrison, esa incansable forma de tocar de Densmore, y luego ese pasaje interior a través de nubes de plasma, de tubos en los que circula electricidad, es todo energía; llegamos a un momento en que la canción entra en ebullición y logramos encender la llama: C’mon baby light my fire. Vamos, enciende mi pasión.
El siguiente tema “Back Door Man”, es el que siempre me ponía los domingos a la mañana para ir pasando la resaca, me asomaba a la ventana, ponía esta canción a un gran volumen y luego me metía para dentro y empezaba a bailar al estilo Morrison; Back Door Man, es la segunda versión del disco y es un tema de Willie Dixon, en clave de blues, pero al estilo Doors.
El octavo tema “I Looked At You”, es una transición de lo anterior; un ejercicio de diversión que consiste en esas miradas de enamorados, tú me miraste yo te miré y ahí empezó todo. Y sumando todo ese ambiente que había en esta grabación, yo diría que es un tema más en una construcción de un disco irrepetible.
“End Of The Night”, es la típica canción que hay que ponerse obligatoriamente por la noche, es ese momento en el que ni tú mismo sabes dónde estás, si has llegado al momento del sueño, o estás demasiado despierto para estar durmiendo, por eso tienes que coger la autopista en el medio de la noche y volar…
Hay algunas canciones que no son filosofía de Universidad, sino que simplemente es un ejercicio de responsabilidad, cuando ves que hay cosas que no puedes cambiar, lo mejor es tomar las cosas como vienen; así es “Take It As It Comes”. Lo mejor: el solo de teclado y un cierto toque español que me gusta mucho.
Canción número 11, 11 minutos, y habla de una serpiente que mide
Un disco que se grabó en seis días y al séptimo descansaron. Abrieron las puertas del conocimiento para muchos jóvenes, y todavía hoy hay que seguir recomendando este clásico de todos los tiempos. And… This is the end… Beautiful friend… My only friend… The End.
*Es recomendable tener la versión original y la remasterizada del disco que merece mucho la pena. Y si queréis compraros todos los elepés en vinilo, el obsequio es “The Doors” grabado en mono (ahí es nada). Siempre me he preguntado que si por lo que sea, se me jode un altavoz, me quedaría sin oír la batería y el bajo o la guitarra y las teclas… Qué catástrofe…