MALCOLM SCARPA –
Something Like That
Como
el título del disco dice “Something Like That”. Algo así me lo espero siempre
de Malcolm, pero nadie diría cuando alguien ve a Malcolm en directo con una
guitarra eléctrica, un amplificador, una pandereta en el suelo y su pie
accionando el sonido, que Malcolm sea capaz de orquestar una obra tan completa
como éste su último disco.
Malcolm
siempre hay sido un hombre peculiar y solitario, huidizo de melodías fáciles,
sus canciones son personales. Se pueden parecer a grupos y solistas conocidos,
pero claro está, lo que uno ha escuchado se nota en lo que hace. El verdadero
artista es el que transforma todo lo que tiene en su cabeza en algo coherente,
o no, y que tenga chispa o ritmo. Luego, otra cosa, es que hayas nacido en el
país apropiado para triunfar, o aunque sólo sea, tener un poquito de
reconocimiento público. Pero el caso es que Malcolm encuentra su creatividad en
un resquicio de la navaja de las musas, con unas canciones entre cómicas y
melancólicas. Conecta con el mundo personal de otros amantes de lo
verdaderamente auténtico, y eso hoy día, no abunda.
Suelo
entrar a Power Records de Bilbao, semanalmente más o menos, o como mucho, y por
fuerza mayor, una vez cada quince días. Y recuerdo que un día viendo el estante
de los discos españoles, había una novedad que enseguida cogí con mi mano derecha
para comprobar que era su último trabajo, y por supuesto lo compré en cedé,
sólo quería tenerlo otra vez y ha sido hace un día que lo compré en plástico de
12 pulgadas.
Malcolm
suele cantar en inglés o español indistintamente, o a veces, también mezcla los
idiomas en una canción y en el último disco, prevalece el inglés, aunque el
español tiene un papel muy importante, porque es la última canción la que
cierra el disco, y supone el final de una obra conceptual.
El
disco comienza con una canción desenfadada y muy pegadiza; se titula “Shame On
You”, con una instrumentación circense, y el esplendor de los músicos florece
en este tema.
El
segundo tema, lo escuché en el programa de Juan de Pablos en Radio 3,
presentando la faceta en directo del famoso “Clap Clap Clap” de su cabaret
andante. La locura, la rareza, y una pizca de aspereza con un poquito de distorsión
dan forma a esta rotunda “The Strangest Family”.
En
“Heart To Heart”, el tercer tema, una especie de temblor musical se apodera de
mí cuando lo escucho, una sensación de que dos vidas han dado vida a una
canción. El temblor de esos dos corazones es el detonante.
“For
The Very Young”, sigue a ese corazón con corazón, y es una canción
sencillamente dulce, para cerrar los ojos, deliciosa, como comerse un pastel de
nata con frambuesas. El alma tierna de Malcolm aflora aquí.
Cuando
pienso en “Marie Brizard”, inevitablemente pienso en el anís, que con “Las
Cadenas”, “Del Mono” y otros menos conocidos, precisamente no me daban ganas de
bailar, sino de vomitar. Pero esta elegante canción, con una entrada bestia,
que me recuerda bastante a las locuras psicodélicas de Syd Barrett, se resuelve
con un estribillo instrumental con vientos y una batería beat, que me quitan el
sentido; para mí es uno de los temazos del disco.
Sexto
tema, “Dissonance In Blue”. El
momento más hilarante del disco, sin duda. Malcolm se presenta con un delirio
de autocomplacencia, pero con un fondo ingenuo, mágico, lírico. Lo tiene todo.
Un momento nostálgico, que cada uno lo interpretará a su manera. Para mí una
obra maestra total. “Y es que en
realidad, nada es verdad… Mejor estar en el mar, vagando sin parar…” Es una
maravilla este fragmento.
Qué
podemos decir de “Laura”. Un nombre tan cinematográfico, y un nombre que se
presta para cualquier canción de autor. Malcolm Scarpa lo lleva a su terreno,
creando un universo neuronal con las cuerdas de una guitarra, y repitiendo ese
nombre de forma hipnótica. Esta canción es una pasada de buena.
Psicodelia
en estado puro, en “El Baile de Luisa Lonesome”, visualizamos luces interiores
de fantasía en nuestro mundo interior; y acompañamos a esta Luisa solitaria en
su baile loco. Y seguimos in crescendo en el auge ascendente del disco.
Es
difícil hacer que el que escuche el disco se implique en la grabación, pero te
atrapa sin quererlo. Es amor a primera escucha, y la siguiente canción “Come
What May”, me maravilla con las melodías vocales y esa manera melosa de expresar
la dulzura de una mujer. Todos los músicos llegan a un esplendor colectivo.
Llegamos
al décimo tema. Y es una de esas canciones con las que en directo te sale una
pequeña sonrisa, aunque a la vez disfrutas con el absurdo de la vida, las
lágrimas vanas, por eso “Please Don’t Cry”, te da un buen consejo, para que no
sufras en vano.
“La
Alfombra Voladora”, en principio parece un tema con tensión, pero más tarde se
despeja toda la niebla que envuelve a la canción, para más tarde convertirse en
un mundo de charanga festiva con un toque ligeramente amargo.
En
“Tic Tac”, vemos al Malcolm Scarpa más cercano a sus directos en solitario, con
esa marcha que marca las horas. Pero en este caso, la canción se convierte en
algo más elaborado y más parecido al rock progresivo, aunque acercándose más a
una parte de una suite, que en este caso, es el disco que me tiene entretenido,
y desde su compra, ya habrán sido como unas 20 escuchas y las que habrá… No se
parece a ningún otro disco.
El
tema 13 se abre con un sonido de arpa, y ahonda en lo melancólico de su música,
con predominancia de los teclados ambientales. La canción se llama “Lil O’Needy”.
Siempre
hay una guinda a un pastel, y no tiene porque ser un final feliz. Te deja un
rastro de tristeza. El agua, el mar, la fuerza del mar… Para mí el tema más
emocionante y con el que me siento más reconfortado. Es como si estuvieras en
el borde de un acantilado en invierno viendo las nubes grises y oyes las olas
romper con las rocas, casi no hay aves volando. Sólo oyes voces en ese viento
que te cuentan la verdad de una historia que está por escribir, y se encuentra
prisionera bajo toneladas de agua, y sólo los genios como Malcolm Scarpa saben
apreciar estas cosas. Un ataúd que habla con un lenguaje antiguo, no es un
mundo para idiotas, es un mundo para el que sabe comunicarse con la naturaleza
y entiende el lenguaje de los muertos. Es la fuerza del mar, el lenguaje del
agua.