La historia de Led Zeppelin es errática, explosiva, al igual
que una supernova necesita de expulsar toda su materia de una vez, el Zeppelin,
que como el Hindenburg, explotó en pleno vuelo, la materia de los Zeppelin es
helio caliente y un huracán de notas.
Su sonido va más allá del heavy, como lo conocemos
habitualmente, es un rollo más bien progresivo. Las influencias de Led Zeppelin
son algo más que ruido, fraseos de guitarra, torsos masculinos sudorosos,
melenas rubias al viento, focos de color rojo y chicas alrededor de los músicos
tocándoles el instrumento. No es una fiebre como los Beatles, es algo más
racial europeo, una manera de expresar las raíces negras en el alma blanca. El
blues, soul, el folk americano, no son suficientes para Jimmy Page y Robert Plant
que son las almas del grupo.
Jimmy Page en los sesenta, era un reputado músico de estudio,
tocaba con los Yardbirds, y le podemos encontrar en infinidad de grabaciones.
Una de las más célebres colaboraciones es con el cantautor Donovan (véase Hurdy
Gurdy Man –fabulosa-).
El disco que voy a comentar, está orientado claramente al
blues, creando unas atmósferas psicodélicas que tan de moda estaban en la
época. Pero al mismo tiempo, se veía que Led Zeppelin no eran un grupo normal,
y además de virtuosismo tenían creatividad a borbotones.
El disco comienza con el tema que golpea nuestra parte más
primitiva del cerebro, sonando la batería dinámica como un cuarteto compacto, y
Jimmy Page dejando notas incisivas en su forma trompicada de tocar. Robert
Plant calienta la voz en este “Good Times Bad Times”.
El segundo tema “Babe I’m Gonna Leave You”, es uno de mis
favoritos. Jimmy Page ya demuestra su querencia por las cuerdas acústicas, y
como un buen blues acústico mece nuestro sufrimiento con una arquitectura
musical compleja interrumpida por momentos de estruendo y gritos posesos de
Robert Plant. En alguna ocasión se oyen voces que han debido de quedar
atrapadas de anteriores sesiones, y es curioso cómo se intercalan como si
fueran psicofonías. Por lo demás John Paul Jones y John Bonham, haciendo su
trabajo a la perfección.
Vamos con “You Shook Me”. Si hay una manera de hacer un blues
de Willie Dixon, cambiada, sexy, lenta, y a la vez envolvente, en esto los Led
Zeppelin se salen. El tema comienza con una guitarra saturada y con efecto eco
y un acompañamiento repetitivo con la base rítmica, y Robert Plant haciendo el
colgado como de costumbre. Pero lo más interesante de este corte son esos solos
de guitarras y órgano que se encargaba de tocar el bajista John Paul Jones, si
cierras los ojos ves un reverendo tocando las teclas; del segundo se encarga
Robert Plant al tocar la armónica; más tarde Jimmy Page hace las delicias al
tocar uno de esos solos que te ponen mirando para Cuenca. Después volvemos a la
“normalidad”, y para acabar y enlazar con el siguiente, Robert Plant nos hace
ver que la música y el psiquiátrico van cogidos de la mano.
“Dazed and Confused” siempre ha sido uno de esos temas
primitivos en su estructura, pero para nada sencillo. Sin duda es mi tema
favorito del disco, por esa carencia que inicia John Paul Jones al bajo, un
Robert Plant pletórico, y es aquí donde sí que nos perdemos en las ondas
musicales en el espacio, vemos el Zeppelin arder, el mago Page saludarnos con
una extraña sonrisa. La melodía es envolvente, inquietante y mágica a la vez.
Es una forma distinta de entender el rock, así en la música clásica siempre hay
una explosión, en “Dazed and Confused” en un momento explota Jimmy Page en un
solo de guitarra difícil de superar.
Si esto fuera música sacra me lo creería y el quinto tema “Your
Time Is Gonna Come” lo parece, el que abre la cara B en las cassettes y
vinilos, nos sorprende con un órgano de iglesia y la producción está bien
lograda, con sus ecos, sus bajos y sus adornos. Bien podría ser un tema cantado
por un coro de negros en una iglesia. Lo que más me gusta, más allá del
insistente estribillo es una guitarra acústica que suena por encima con
brillantez.
Y como todo no podía ser blues, en “Black Mountain Side”, los
Zeppelin tocan las tablas indias. El tema es originalmente de Page, que ha
cambiado de título varias veces o enlazado confusamente. Se llamaba “White
Summer”, y ya lo tocaba con The Yardbirds.
Nos ponemos serios, y cuando todo se rompe a tu alrededor,
también las comunicaciones se ven afectadas, la ruptura de comunicaciones ya
está aquí; en España se editó un single con ese título traducido al español,
que era “Ruptura De Comunicaciones”. Y es por “Communication Breakdown” por lo
que a Led Zeppelin se le ha considerado un grupo heavy, y a mí la verdad me
parece mucho más duro que cualquier mariconada heavy de los ochenta. Es todo
perfectamente heavy, guitarras, voz, bajo y batería, con un puntillo soul en
los fraseos, quejumbruso y sobre todo electrizante. Esta canción no falla en
cualquier fiesta y si llevas zapatos recién arreglados, dalos por jodidos de
nuevo, no pararás de bailar y taconear.
Y vamos con otro tema de Dixon. “I Can’t Quit You Baby”. Como
siempre hacen una versión lenta, para lucirse Plant y Page. Pero los solos y
fraseos son delicados y a la vez fuertes, una conjunción ideal en directo.
“How Many More Times” es un blues cósmico, como diría antes
Janis Joplin con su “Kosmic Blues”, esta réplica zeppeliana de lo que debe de
ser un blues, psicodelia y estructuras musicales complicadas. En este temazo,
lo que más me gusta son esas paradas con gemidos, guitarras emergentes, bajos
electrizantes y baterías que logran que el más frío británico se rinda a la nueva
avalancha. Después de “Dazed And Confused”, mi segunda canción por orden de
gusto, es ésta sin duda; hay una parada en el medio donde Robert Plant hace
unos fraseos magníficos y seguidamente John Bonham toca un ritmo imposible de
ignorar. Entonces damos paso a la explosión final con distorsiones, ritmo y
rabia típicamente británica, dejamos al té a un lado y ponemos el amplificador
a tope, y es cuando el rock llegó a parecerse a un orgasmo.
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