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viernes, 23 de febrero de 2007


BLUEGRASS EXPRESS en Residence 22-10-2005

Ayer sábado 22 de octubre de 2005 estuvieron tocando unos forajidos de leyenda. La leyenda empezó ayer, cuando el quinteto autóctono de nuestras tierras vascongadas atacaron un repertorio bailón, evocador y sobre todo típicamente americano. Tanto es así que todo parecía americano, las voces bien templadas y bien acopladas, los solos de banjo, los solos de violín, los solos de acústica; y sobre todo, una cosa muy especial: suele pasar muy pocas veces que los espectadores de un local creen una comunión con los músicos, y haya también una complicidad por ambas partes. Pues ayer fue así, hubo un buen rollete de puta madre. Lo siento por el taco, pero la ocasión lo merece.

Todo empezó tranquilamente con todo el mundo respetuosamente callado y esperando a que los forajidos de las Rocosas tocaran una notas mágicas de temas mitad propios y la otra mitad de temas clásicos, aunque a mí sólo me sonaban un par de temas, uno de los temas era el “Country Road, take me home” de John Denver, y alguna canción también de Hank Williams. El ambiente fue caldeándose poco a poco, con las pintas de cerveza de todas las modalidades que ofrece Manu-the barman en el “Residence”. Hay para elegir; si quieres cerveza rubia, puedes tomarte una Paulaner; si quieres tostada te tomas una Murphys; y si quieres cerveza para hombres de verdad por su amargor y su especial textura y sabor, entonces te tomas una Guiness. Pero lo que de verdad dio personalidad al concierto fue el Jack Daniels, y los continuos llamamientos de la banda de tomar Jack Daniels, que para el que no sepa lo que es, es un bourbon o whisky del alambique, que es lo más parecido a tomar gasolina de alguna taberna polvorienta en Texas.

Lo mejor del concierto fueron las continuas alusiones al mundo rural americano del Sur, con temáticas tales como el soldado que vuelve de la guerra de Secesión y ya no tiene casa, ni tiene sirvientes negros ni nada, y tan solo le queda su guitarra, una armónica y un serrucho para hacer música, que más tarde utilizará para cortar madera de secuoya para hacerse una cabaña en el bayou. O también otra típica estampa, es la del tío Billy sentado en el porche de su casa, con la silla mecedora y en el tendedero los calzones colgados para secarse, y venga pues a dar un sonoro “iaiaiaiaooooooo”. Otra típica estampa es la abuela preparando unas judías en la cocina para alimentar a las hambrientas bocas de los duros hombres de la granja. Bueno, en fin, que todo muy auténtico, pero para hacerse una idea, hay que pasarse por el Residence o cualquier otro lugar para ver a este quinteto extraordinario. Os aseguro que vais a tener diversión asegurada; pero no os olvidéis de tener un buen whisky en la mano, una buena cerveza, o cualquier otra bebida alcohólica para blancos, porque recordemos que el country es típicamente blanco y que la variante del country, que es el “bluegrass” es típicamente blanca y ¡a disfrutar muchachos! Y esto aunque tengáis que trabajar como yo al día siguiente, pero merece la pena. ¡Hay que mimar la buena música muchachos!

¿Qué habrá sido de Billy el Niño, el pobre Cowboy Bill, la hermana Mary, del comisario del pueblo destartalado, del pobre campesino que tiene que sufrir las durezas del clima del desierto y de la harmónica babeada de Charles Bronson en una del oeste?

En fin camaradas, a beber mucha gasolina y mucha cerveza y escuchar country cuando tengamos congoja o cuando tengamos ganas de cachondeo. Saludos desde el desierto y mucho polvo.

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