TOM WAITS – Closing Time (1973)
Un jovencito y recién salido del cascarón, figura en una portada con un fondo negro, una lámpara azul de salón de billar, un piano lleno de polvo, unas teclas manchadas de bourbon y un tapón depositado sobre la tapa del piano. Un tío que se llama Tom Waits, acaricia ese arpa encerrada dentro de un piano, que bien le convendría una afinación. Aunque en un sitio tan lleno de suciedad, cigarrillos apagados en un cenicero, un cigarrillo a medio apagar y una cerveza a punto de caerse en el hueco del piano, bien poco se puede hacer por el buen sonido.
Aún así, es éste el sonido que me gusta en algunos paisajes de este disco. Paisajes asolados por la soledad, canciones llenas de emotividad, de añoranza a unos cuantos nombres de chicas como Martha, Rosie, y también unas cuantas baladas con reminiscencias callejeras como Virginia Avenue. Canciones todas ellas más centradas en la moda del trobador callejero, montado encima de un sonido más amable y dulce. Una canción como “I Hope That I Don’t Fall In Love With You”, con arreglos de guitarra acústica, conforman una balada preciosa y llena de suavidad y dulzura, una canción que habla sobre una música que suena mientras te tomas unos tragos y te trae recuerdos de ella, una y otra vez.
Pero desde luego mi tema favorito del disco es “Lonely”, con el que puedo cerrar los ojos en la oscuridad, poderme echar todo lo largo que soy encima de mi sofá y clavarme en los riñones las durezas de ese sofá viejo, saborear cada nota desafinada de ese piano viejo y lleno de humedades. Más de una vez cuando la escucho me pone la piel de gallina, y tranquilamente podría llorar. Es un tema verdadero, bello e irrepetible. Es un mantra encerrado dentro de un lamento, y ese lamento clama al alma del que lo escucha y trasciende al gran sentido artístico. El que sabe no tiene necesidad de explicarlo con definiciones filosóficas, sólo tiene que dejarse llevar y disfrutar del suave vaivén de la membrana del altavoz y quizá alguna brisa complemente la sensación azotando la persiana.
En resumen, un disco lleno de emotividad y todavía no madurado por el afán de hacer más áspera la voz del maestro Tom Waits. Quizá Tom Waits sea el músico más prolífico en la reinvención del jazz, aportando abundantes elementos de autor y también elementos renovadores en la reciente historia de la música.
Quedaba un año para que yo naciera; era 1973 y Tom Waits había sacado su primer disco. Es un cantante que tardé en apreciar y entender. Pero dicen que el buen vino gana con los años. Lo mismo pasa con nuestros oídos; si los cuidamos bien en cuantos a ondas sonoras se refiere, podemos descubrir que hay muchos mundos por descubrir… No ha llovido nada desde entonces, y Waits ha llegado hasta nuestros días con un triple disco muy arriesgado: Orphans: Brawlers, Bawlers & Bastards con un montón de canciones, no todas ellas acertadas, pero es que el poderío de Tom Waits puede hasta con la mediocridad, y hace que una canción mediocre, se convierta en algo digno y diferente, acoplando sonidos bárbaros y distorsionados, conforma un sonido lleno de matices y rodeándose de lo mejor en músicos, hoy día se puede decir que Tom Waits es un genio absoluto, y es de esos cantantes con los que hay que guardar silencio cuando les escuchas.
Esperemos más sorpresas del genio Waits en los próximos años.
Un jovencito y recién salido del cascarón, figura en una portada con un fondo negro, una lámpara azul de salón de billar, un piano lleno de polvo, unas teclas manchadas de bourbon y un tapón depositado sobre la tapa del piano. Un tío que se llama Tom Waits, acaricia ese arpa encerrada dentro de un piano, que bien le convendría una afinación. Aunque en un sitio tan lleno de suciedad, cigarrillos apagados en un cenicero, un cigarrillo a medio apagar y una cerveza a punto de caerse en el hueco del piano, bien poco se puede hacer por el buen sonido.
Aún así, es éste el sonido que me gusta en algunos paisajes de este disco. Paisajes asolados por la soledad, canciones llenas de emotividad, de añoranza a unos cuantos nombres de chicas como Martha, Rosie, y también unas cuantas baladas con reminiscencias callejeras como Virginia Avenue. Canciones todas ellas más centradas en la moda del trobador callejero, montado encima de un sonido más amable y dulce. Una canción como “I Hope That I Don’t Fall In Love With You”, con arreglos de guitarra acústica, conforman una balada preciosa y llena de suavidad y dulzura, una canción que habla sobre una música que suena mientras te tomas unos tragos y te trae recuerdos de ella, una y otra vez.
Pero desde luego mi tema favorito del disco es “Lonely”, con el que puedo cerrar los ojos en la oscuridad, poderme echar todo lo largo que soy encima de mi sofá y clavarme en los riñones las durezas de ese sofá viejo, saborear cada nota desafinada de ese piano viejo y lleno de humedades. Más de una vez cuando la escucho me pone la piel de gallina, y tranquilamente podría llorar. Es un tema verdadero, bello e irrepetible. Es un mantra encerrado dentro de un lamento, y ese lamento clama al alma del que lo escucha y trasciende al gran sentido artístico. El que sabe no tiene necesidad de explicarlo con definiciones filosóficas, sólo tiene que dejarse llevar y disfrutar del suave vaivén de la membrana del altavoz y quizá alguna brisa complemente la sensación azotando la persiana.
En resumen, un disco lleno de emotividad y todavía no madurado por el afán de hacer más áspera la voz del maestro Tom Waits. Quizá Tom Waits sea el músico más prolífico en la reinvención del jazz, aportando abundantes elementos de autor y también elementos renovadores en la reciente historia de la música.
Quedaba un año para que yo naciera; era 1973 y Tom Waits había sacado su primer disco. Es un cantante que tardé en apreciar y entender. Pero dicen que el buen vino gana con los años. Lo mismo pasa con nuestros oídos; si los cuidamos bien en cuantos a ondas sonoras se refiere, podemos descubrir que hay muchos mundos por descubrir… No ha llovido nada desde entonces, y Waits ha llegado hasta nuestros días con un triple disco muy arriesgado: Orphans: Brawlers, Bawlers & Bastards con un montón de canciones, no todas ellas acertadas, pero es que el poderío de Tom Waits puede hasta con la mediocridad, y hace que una canción mediocre, se convierta en algo digno y diferente, acoplando sonidos bárbaros y distorsionados, conforma un sonido lleno de matices y rodeándose de lo mejor en músicos, hoy día se puede decir que Tom Waits es un genio absoluto, y es de esos cantantes con los que hay que guardar silencio cuando les escuchas.
Esperemos más sorpresas del genio Waits en los próximos años.
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