No me creo que la décima víctima sea yo, una víctima no puede ser víctima si escucha una de las músicas más geniales del siglo XX. Sencillamente nos podríamos sentir orgullosos de acontecer al más increíble acontecimiento de nuestros tiempos.
La historia de este grupo se pierde en la noche de los tiempos, como se pierde mi predilección por los temas oscuros y escabrosos. Cuando descubrí este grupo tenía una manía por los grupos raros, como sigo manteniéndola ahora mismo. Entonces iba a la Plaza Nueva de Bilbao a buscar discos “nuevos”, y pongos esa palabra entre comillas porque no buscaba lo nuevo, sino lo genuino.
Décima Víctima es uno de esos casos en que la música prevalece sobre los gustos mundanos de la sociedad imperante. Esto lo vivimos hoy día, en que la gente no sabe decidir lo que está bien o mal, y tampoco sabe distinguir lo que es válido de lo que es prescindible.
El referente histórico-musical más claro es Joy Division, y no son un ejemplo a seguir en cuanto a visión de miras, ya que Joy Division es un grupo basado en la melancolía y la depresión. Pero claro, estamos viviendo los ochenta como consecuencia de los convulsos sententa, en los que la época punk daba una salida rabiosa a una situación desesperada en la juventud de la época. Los Joy Division acabaron con la muerte de Ian Curtis en 1980, y los Décima Víctima cogieron el testigo en 1981 con su primer trabajo “Sumido en la depresión”. Se mascaba en el ambiente la obsesión por un cadáver fresco y el sueño de ser recordados en décadas posteriores. Los Décima Víctima atraparon el testigo de los olvidados y los olvidados respondieron mucho más tarde con el recuerdo y el reconocimiento, aunque sólo sea de unos pocos.
Con el disco “Resumen”, la discográfica “Dro” aglutinan perfectamente todo el material de Décima Víctima a través de la discográfica GASA. Los sonidos son perfectamente obsesivos, depresivos y llenos de fuerza: todo a la vez. Sus diecisiete temas aglutinan lo mejor de esta banda maldita.
Comencemos con el primer tema: “Noviembre”. Es un tema pesado y con un bajo plomizo. La guitarra hace que tengamos esa sensación plumbia que ellos desean que tengamos. Pero lo más notorio es que el vocalista canta en español hablándonos de papeles que vuelan con el viento preinvernal.
Seguimos con el segundo tema, que toca un tema religioso, con “El signo de la cruz”, que habla de un tema recurrente en la fe de la España de la época y de toda la cristiandad: la crucifixión y la gente que sin querer nada en especial ni prentenderlo, sufren unas llagas y estigmas en sus manos y sabe que hay otro mundo en su interior…
Tercer tema: quizá es el tema que más recuerda a la banda de Manchester. “Tan Lejos” habla de una separación por propia iniciativa mutua, y la canción da una sensación de soledad a distancia separada a muchos kilómetros de distancia.
Cuarto tema: “Más allá del silencio”. Seguimos en la tónica de los silencios con significados ocultos, o simplemente sólo es una forma de atrapar a los depresivos de profesión. Me recuerda a alguna canción del disco “Unknown Pleasures” de Joy Division, en concreto “Candidate” pero ésta es sin letra. Una canción instrumental bastante interesante con alguna voz de ultratumba producida por algún efecto de eco retardado.
Quinto tema: “Escombros de un triunfo”, habla de la clase de persona que está pensando en un tiempo mejor, cuando ese alguien tuvo un gran triunfo, la música sigue siendo obsesiva y depresiva, nos da la impresión de estar viviendo en un día lluvioso que se repite hasta la saciedad. Pero el estribillo es lo más aterrador: “duele no tener a quién culpar, duele ver las huellas de tu edad…”
Sexto tema: “Almas perdidas”, quizás es uno de los temas más interesantes, ya que habla sobre los fantasmas que existen voluntariamente o involuntariamente, ya que más bien yo creo que esas almas se alimentan de las inseguridades de los vivos. Hay una frase clave en la canción: “vagarán con el dolor…”. El ambiente se vuelve aún más obscuro y sórdido con la caja de ritmos que fríamente repite un ritmo constante, la guitarra y el teclado repiten un patrón acompañando a la base rítmica. Es uno de los temas imprescindibles del recopilatorio.
Séptimo tema: “Desde el acantilado”, ralentiza el sopor aún más, y comienza con dos guitarras adornadas con efectos de ola de sonido. Un buen símil para comparar el ambiente que crea esta canción es un acantilado golpeado por las olas en una mañana gris, con esa bruma que se levanta del oleaje, una cortina blanquecina, de la que parece que salen fantasmas.
Octavo tema: “Detrás de la mirada”, comienza con un ritmo inquietante para el escuchante que se torna a trepidante. Los sintetizadores enfatizan los finales de los estribillos. Esta canción habla sobre el enfrentamiento de dos personas que antes fueron amigas, el tiempo siempre mella en la amistad de las personas por diversas circunstancias, por falta de comunicación, por falta de trato, o simplemente por algún desengaño o mentira. El tema explica muy bien el duelo que sienten dos personas que hace mucho tiempo que no se ven.
Noveno tema: “Un lugar en el pasado”. Es ya una tónica en las canciones de Décima Víctima, hablar de nostalgias, recuerdos, odios, pasiones…Volvemos a la misma temática que “Escombros de un triunfo”, sólo que en este caso, no lo dramatizan tanto, se reduce a comentar que: “lo que queda en la memoria tiene un aire melancólico…”. Es una canción que atrapa, y es la sección rítmica junto con toda la instrumentación que constituyen una apisonadora sónica.
Décimo tema “Fuera del alcance de la vista”. Otra vez caemos en el agujero de las nostalgias y las inseguridades del ser humano. En este caso el comienzo es más rotundo y la batería se hace más patente, y en este caso ya no es una caja de ritmos. Estamos ya en junio de 1983 y el sonido se va haciendo más asfixiante. Los fantasmas de la mente siguen siendo un tema recurrente. Aquí se llega a vislumbrar el fenómeno de los espectros en la oscuridad, sombras que se enlazan sin ritmo…
Undécimo tema: “Sobre otra ruta”. Cambiamos de año y nos colocamos en marzo de 1984, y el sonido se hace más áspero, y parece que el ambiente ya no habla de tierras húmedas, da la impresión de que nos adentramos en un mundo donde se ruedan películas del oeste, salimos de la ciudad, y ponemos rumbo a otras ciudades. Las guitarras son sórdidas y sucias, el canto del momento es el del equilibrista que oscila sobre una peonza que pierde fuerza en su giro.
Duodécimo tema: “Tierra negra”. Un sonido desencantado describe la vida de un trabajador del campo, que destoza sus manos recogiendo las cosechas, y dobla sus lomos de sol a sol. Otro personaje más para el desencanto reinante en los ochenta, donde ya se vislumbraba la decadencia de la clase obrera. Hoy día hemos llegado a esto de la resignación gracias a las falsas ilusiones. El aldeano de la canción sueña con una mujer y con ser millonario. Todo cuadra.
Decimotercer tema: “La frontera perdida”. En un mundo en el que los límites se han traspasado y no se sabe dónde está la frontera entre el bien y el mal, surge la nueva ola, que en muchos casos fue una basura con la única razón de vender moda y peluquería. Pero en la nueva ola española, hubo gente como Décima Víctima que no cuajaron precisamente por eso, por tener apellidos españoles y haber nacido en una tierra equivocada, si hubieran salido de Manchester, otro gallo les hubiera cantado. Al acabar este tema se va diluyendo hasta caer en un agujero invisible en nuestra mente.
Decimocuarto tema: “Una vez más”. Si pudiéramos imaginarnos colores con las canciones, esta canción sería de un color azulado y morado, con tintes ligeramente anaranjados, justo antes del amanecer en que esas nubes heladas de la mañana van tomando colores de lo más variados. El viento polar es la fuerza de Décima Víctima; todos los instrumentos se ponen de acuerdo para bajarnos la moral por los suelos y arrancarnos nuestros sueños positivos. No hay esperanza. Eso sí, la sensación es hermosa, en la oscuridad hay una clase de esperanza que no existe en la luz. La diferencia es que todo es más intenso.
Decimoquinto tema: “Un hombre solo”. Es la canción más famosa de Décima Víctima. El tema es bien claro, un equilibrista de trapecio, una lona insuficiente, una muchedumbre que alimenta su propio morbo. El ritmo agresivo, guitarras punzantes, nos cuenta que el “Pan y Circo” sigue muy vigente; desde el circo romano hasta nuestros días, en los que un hombre se pone delante de una bestia, nos hacen reflexionar en que a la hora de la verdad sólo los más fuertes sobreviven, y estamos completamente solos, nacemos solos y morimos solos con nuestra soledad. El mundo es hostil, pero aceptémoslo, las ilusiones son humanas y son esas ilusiones las que nos hacen vivir.
Decimosexto tema: “En la rebelión”. La necesidad de la rebelión se pierde en la noche de los tiempos, en los que siempre ha habido pirámides, algunas físicas y otras medievales, que duran hasta nuestros días, llamándole “lucha de clases”. Las monarquías han ido evolucionando para irse mimetizando en empresas, bancos y gobiernos poderosos. Esto me recuerda que el espíritu de Espartaco está totalmente vigente.
Decimoséptimo tema: “Es sólo el comienzo”. Es una paradoja cuando acabamos algo, y queremos empezar otra cosa, es como si todo tuviera una continuación y todo estuviera unido por hilos invisibles, ideas que nos vienen de no se sabe muy bien dónde. La canción habla otra vez sobre el comienzo de los primeros rechazos de los demás ante el que es diferente. En realidad nuestra sociedad es la más deshumanizada de todas las que viven en la faz de la tierra; no se da oportunidad al que realmente vale, y ésa es la peor de todas las exclusiones.
Al hilo de esto último que he dicho, el poco interés que suscitaron grupos como Décima Víctima, Alphaville o Parálisis Permanente, no me extraña en absoluto. La crisis no sólo es económica, es espiritual. La desilusión no es mala en sí, es sólo una reacción hacia lo injusto. Brindo por la libertad y la justicia. La paz es para los cementerios.
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