Todas las decisiones que tomamos, sea consciente o inconscientemente tienen una consecuencia; y no, no me voy a poner a hablar sobre el karma, pero es que una llamada de teléfono me ha llevado a un bar que hacía un montón de tiempo al que no entraba desde que era un mozalbete, y ese bar se llama Aurki y está en Barrecalle del Casco Viejo de Bilbao, un bar remodelado para acoger conciertos diariamente, y eso me ha llegado.
En este caso, la llamada que hice podría ser una historia de Jorge Drexler, esa canción de que cada uno da lo que recibe, luego recibe lo que da… Pero tenía pensado ir a ver a Jackie Revlon y Tano Jao en lo que se presumía un concierto vibrante, pero los chicos de apoyo de la diva aparecieron por allí con urgencia para recoger los amplificadores e irse con bastante prisa por razones que desconozco.
El caso es que apareció por allí una sevillana jovencita con ojos grandes como agua limpia de río y muy guapa, es decir, una de esas miradas que no te dejan indiferente, te traspasa y finalmente ese agua limpia se acaba por calmar. Sus canciones hablan sobre todo de amor, amor, amor y follar; todo muy sincero, aunque tratado de una manera que nos hace desmitificar todo esto. Muy interesantes sus reflexiones.
Su viaje de hippie veraniega por tierras europeas, y esas casualidades de la vida que nos traen un ángel fugaz a tierras vascas, gracias a que hay músicos por todas partes, y en Bilbao no iba a ser menos… Otra cosa es que se conozcan lo suficiente y se valoren. Con una cantautora sevillana no iba a ser menos. Desgraciadamente el dicho de “no tires perlas a los cerdos que te las pisarán”, se hace realidad con ciertas actitudes de el típico energúmeno que existe en todos los bares de cada ciudad; el borracho de turno, el pesado de turno, el mamón que se cree que él es el único que está en posesión de la verdad, o ese otro individuo que engloba a todos estos y lo lleva en la propia sangre, que es el desconsiderado que se pone a hablar cuando todos los que están viendo un concierto quieren escuchar a esa persona que está poniendo todo lo mejor que lleva dentro.
He buscado en youtube vídeos de ella y he encontrado algo, y hay comentarios para todo, lo que quiere decir que no deja indiferente y eso es lo mejor que le puede pasar a un artista. No os he presentado a una personalidad que a mi entender no tiene nada que ver con Bebe, cantante que a mí personalmente no me gusta nada. Cristina Márquez es posible que esté comenzando una carrera musical, que esté verde en ciertos puntos, la juventud bendita juventud, qué gusto da sentirla; y es que eso es lo que me gusta en esta clase de música, que las cosas fluyan y sean naturales y no fingidas como muchos cantautores. Todo artista tiene en su interior historias que existen, historias que no existen pero que igualmente podrían existir, e historias que son mitad realidad y mitad ficción. Pero la honestidad es lo mejor.
Sé lo que cuesta actuar en público, porque yo he actuado en público, sé lo que cuesta grabar música y primero crearla y sé lo que cuesta que te hagan caso, pero el mundo es implacable, y tan pronto se conoce a alguien como se le olvida. Por eso tengo en mis manos una maqueta grabada con todo el amor del mundo, ni siquiera tiene carátula; un papel verde me ha servido de funda, pero eso me sirve para acordarme de otro de esos cantantes que graba maquetas para difundir su mensaje.
Hubo ciertos problemas técnicos con la guitarra acústica, problemas de comunicación con la gente que tiene el oído en el culo; menos mal que allí estaba el explosivo cantante, guitarrista, autor y actor –S.O.S.- que yo le diría que “Sos único pibe”. Hace teatro musical y eso me pareció el complemento perfecto para ese ambiente hippie que hay en este bar.
Lo dicho, me quedo con la música, las buenas acciones y no las buenas palabras, y las verdades. Comprendo muy bien a Cristina cuando afirma que se le ocurren canciones gracias a un tema cotidiano, porque a mí me pasa continuamente con la fotografía. Es lo que llaman inspiración. Lo dicho, un placer conocerte guapa.
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